Llevo mucho tiempo sin escribir, porque sólo me atrevo a pensar.
Si como parece, todos estamos de acuerdo en que el comportamiento del ser humano en los últimos decenios se ha demostrado no ser sostenible, por diversas razones, la mayoría de las cuales nos deberían de avergonzar.
Llevamos varios meses predicando una cosa y haciendo otra. Y lo que es más absurdo, esperando con la cabeza escondida y mirando de reojo, que lo que hacemos de cómo resultado lo que predicamos.
Resulta que una pequeña parte de la humanidad se ha dedicado a vivir de forma absurda esquilmando el planeta y permitiendo la agonía de la inmensa mayoría de sus semejantes.
Ahora, se viene abajo el cambalache precipitado por la desmedida avaricia de una parte de esa minoría, que para más INRI es envidiada por el resto.
Todos entonan (entonamos) el mea culpa, pero en el fondo, lo que reclamamos y aceptamos de los gobiernos a sueldo (a sueldo nuestro y sobre todo de esa minoría), es que nos ayuden a apuntalar el sistema hasta ver cuanto más aguanta.
Hay responsabilidades pero no responsables, hay discurso pero no actuaciones consecuentes, hay ideas pero no se aplican.
Todos sabemos cual es la solución, pero nadie tiene el valor de decirlo con claridad y de dar el primer paso.
Las razones son múltiples, alguna ya la he apuntado: que los gobiernos están a sueldo de los que han producido la situación que nos ocupa, pero hay otras. Por ejemplo que las llamadas democracias occidentales, y especialmente sus actores, tienen un único objetivo: ser reelegidos. Y saben que si aplican lo que predican no lo serán.
Se ha vuelto en su contra el haber educado en la estupidez a esa mayoría de votantes que toman su decisión en función de la manipulación a que son sometidos con la complicidad de los medios de comunicación, y del marketing que les aplican en sus campañas (perdón, vosotros no sois culpables, y lo de estúpidos está dicho con cariño).
Porque… qué pasaría si tomaran alguna de las medidas que dicen, aunque con la boca pequeña, para cambiar el modelo socioeconómico.
Por ejemplo:
- Si redujeran la economía al 50%. Me refiero a doblar la vida útil de todo lo que consumimos (coche, ordenador, teléfono, ropa), y, por supuesto, reducir también la jornada laboral a la mitad.
- Si nos limitaran la circulación privada y obligaran a utilizar los medios de transporte colectivos.
- Si redujeran la dependencia energética en un 50%. Potenciando las energías alternativas, expropiando para ello las patentes que tienen las multinacionales del petróleo en sus cajas fuertes; reduciendo la iluminación en las ciudades, celebrando los eventos deportivos con luz del día, etc.
- Si nos convocaran a una participación ciudadana activa a todos los niveles (social, político, económico).
- Si cambiáramos competitividad agresiva por colaboración eficiente.
Y puedo hacer la lista mucho más grande. Pero que mucho más. Porque si meto de por medio los comportamientos éticos y la lucha contra la corrupción, ¡apañaos vamos!.
Pero no, no temáis. Vamos hacia el desastre colectivo y total, progresando de forma exponencial, pero sin que nadie ponga en peligro su “poder”.
Y los ciudadanos. La estúpida ciudadanía (incluido yo, que también estoy en el paquete, no soy una excepción), expectante, tolerando, y esperando. No sé qué, pero esperando.
Probablemente ver como en poco tiempo llegamos todos a ser los esclavos más baratos de toda la historia de la humanidad; responsables únicos de la hecatombe que no tardará en alcanzarnos. Hecatombe que por cierto, esperaremos sentados ante la televisión, que emitirá anuncios invitando a consumir.
Porque, ¿a quién se le ocurre intentar salir de una situación crítica de exceso de consumo, incitando y subvencionando que se consuma aún más?.
¡Que tengáis mucha salud!
Como final, dos apuntes:
1.- Con el nivel de consumo de recursos actual, en el que sólo algo más del 20% de la población consume, el resto, apenas lo hace; el planeta sobre el que estamos tiene recursos para algo menos de 100 años.
2.- El ser humano es el único ser vivo sobre el planeta que cualquier cosa que haga supone un consumo de recursos, principalmente energía.
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