lunes, 18 de noviembre de 2013

BIENVENIDA IGNORANCIA

La hipercomunicación actual, de gran complejidad tecnológica, no ha sido digerida por la sociedad, generando tensiones e intoxicación que impiden el pensamiento y producen una situación de incertidumbre sobre el futuro.

Principio: sólo a través de la razón podemos acceder al conocimiento; el conocimiento de la realidad sólo es accesible a través de la razón.

El Renacimiento consolidó el “pensamiento científico” que iguala conocimiento y racionalidad, dejando a un lado la fe.

Las tecnologías que articulan el mundo nos inundan de tal manera de “saber” que lo hacen indigerible; producen confusión y nos abocan a un estado de ignorancia individual y colectiva.

La era “Hiper” actual, en la que todo es exponencial, nos sume en un estrés existencial seguido de desconcierto, inseguridad, miedo, y como consecuencia pereza y agorafobia.

 Superada la era de la TV, sin que ésta haya perdido poder, sí que ha dejado de ser relevante para las nuevas generaciones, que se ven absorbidas por nuevos medios en los que pueden participar. Éstos, lejos de abrirles a un conocimiento más amplio, los sumerge en un mundo creado a su medida sembrado de miedos sutiles. Siendo en definitiva una trampa mediática que además les impide el acceso a un conocimiento libre y plural.

La ausencia de filósofos que propongan sistemas de interpretación de la realidad actual y que abran vías para nuevos posicionamientos ideológicos, agrava aún más el panorama impidiendo a corto plazo un cambio social, por otra parte imprescindible.
Lo que consolida definitivamente la sociedad de la ignorancia no es que se vea favorecida por las nuevas formas de comunicación que circulan libremente, si no que ha sido aceptada, asumida y elevada a la categoría de normalidad por la sociedad actual.

Los riesgos inminentes son: 1) El riesgo de estructurar una adecuada cohesión social. 2) El peligro de ser ignorantes cuando hay y habrá que afrontar importantes retos sociales y medioambientales. 3) Asegurarle al individuo un lugar adecuado en una sociedad libre, que respete su identidad. Y todo esto en una situación de absoluto dominio de un mercado de perfil monopolista, que bien podríamos denominar “fascismo de mercado”.

¿Seremos capaces de evitar la “disolución del individuo" como tal?


BIBLIOGRAFÍA: textos de Daniel Innerarity y Antony Brey

1 comentario:

Selene Artemisa dijo...

Pero sin internet, por ejemplo, yo no te hubiera podido leer jamás. No todo puede ser medido por el pesimismo. Cada cual es libre de escoger lo que quiere ver no?