En la actualidad, ya en siglo XXI, en una sociedad
individualista e insolidaria (valga la redundancia), dominada por criterios
casi exclusivamente económicos (creo que me he excedido en el casi), el antes
ser humano y ahora sólo ser, libra una lucha con el entorno (¿qué será eso del
entorno?) por su supervivencia. Lucha para la que no ha sido entrenado,
encontrándose además diezmado (quizá absorbido)
por los artilugios tecnológicos que lo obnubilan, al modo que nos cuentan
que los legítimos habitantes del continente americano lo fueron por los
abalorios de los invasores.
En esa lucha desigual, quizá peor a la librada por los
siervos de la gleba o antes por los esclavos del imperio, hay pocas opciones
por lo que urge una reacción.
Dejar de retroceder como primer objetivo y utilizar las
contradicciones del sistema para de un modo so-li-da-rio doblegar la traición
sin escrúpulos inmediatamente después.
Debemos volver a ser humanos, si no por nosotros al menos
por el planeta.
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