Resulta que la curva del consumo de gasolina es inelástica (quiere decir que el incremento del precio apenas modifica la demanda), y además somos psicológicamente muy sensibles a las bajadas; me explico, cuando baja nos da euforia colectiva, cargamos a tope el depósito, aceleramos al límite y nos dan ganas de ir a todos sitios en coche (¿os acordáis de las colas cuando anunciaban que subía? y total ¿para qué?...).
Por todo lo cual, las continuas subidas y bajadas de la gasolina producen un incremento del consumo mayor al que le correspondería por el crecimiento vegetativo.
¡Qué fáciles somos de manipular!
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