Probablemente por eso algunos vuelven la cabeza, me sonríen y me saludan. Ya hace casi dos años que no frecuento estos lares, de modo que no creo que tengan tan buena memoria. Seguro que lo hacen por el "hábito".
Nos sentamos y al poco, dos notarios lo hacen en la mesa de al lado, ambos se levantan apenas se han sentado, y dirigiéndose a mi me saludan y me dan la mano. Correspondo a su saludo con una sonrisa evidente y un pensamiento oculto.
Es el mundo en el que vivimos: MENTIRA, TODO MENTIRA.
Pocos días después vuelvo tal y como visto ahora: pantalón de montaña, camiseta de Amnistía Internacional y una chaquetilla de Decathlon. No me saluda ni dios, como dios manda.
Eses es nuestro mundo. Por eso me encanta el pueblo. Pero el pueblo de verdad, ese en el que hay sendas y calles sin asfaltar. Ese en el que todos nos saludamos sin importar la vestimenta.
b) Me cuenta Fernando que viviendo en El Cairo (hace poco, no el siglo pasado), y estando con su hijo harto de esperar en un paso de cebra para cruzar, se dirigió al policía que había allí cerca y que no hacía nada para que se respetaran las rayas del suelo y le explicó que aquello era un paso de cebra y que tenían preferencia los peatones. El tal guardia se quedó mirándolo fijamente y le aseguró que se lo iba a decir a su jefe.
Y es que el problema no es que no lo sepan los guardias de Egipto, el auténtico problema es que no lo saben los jefes. Como en todos los países.
c) Me cuenta mi amigo Enrique que iba paseando por Amsterdam y de pronto oyó que alguien le llamaba la atención. Era un ciclista que le pedía que se apartara, pues estaba invadiendo el carril bici. Se apartó y el ciclista añadió: ay españolo...
Se ve que en el país de las bicicletas somos los españoles quienes invadimos el carril bici. Igual que aquí. Con la diferencia de que aquí, también los ciclistas invaden el espacio de los peatones. Cosas de la latitud... geográfica, claro.
d) Este verano he estado en los Alpes haciendo senderismo de montaña. Me ha llamado la atención que ni en la montaña ni en los pueblos he encontrado basura en el suelo, a pesar de que tampoco vi profusión de barrenderos ni de papeleras.
Un día, en un parking, vi a lo lejos un paquete de tabaco rojo y blanco. Me acerqué y cual fue mi sorpresa cuando vi que en él se podía leer: FUMAR MATA.
e) Y, por último: "La fe hace retroceder a la razón".
No hay comentarios:
Publicar un comentario