Me gusta viajar. Conocer otras culturas, diferentes
países, costumbres, tradiciones. Sobre todo es que no me gusta que me lo
cuenten.
Por eso, entre otras cosas, viajo, aunque a veces no
resulte especialmente agradable lo que veo o cómo vivo.
Cuando vuelvo me siento más objetivo, dentro de la lógica
subjetividad, también más abierto y más seguro de mi criterio, de mis
pensamientos, de mis opiniones.
No hace mucho que visité un país muy interesante del que
el nombre es lo que menos importa.
De todo lo que vi y viví, recordaré siempre con alegría
muchas cosas; pero ahora quiero referirme a una que de forma particular me
impactó de forma diferente.
Me invitaron a un espectáculo en el que varios hombres
ataviados de forma original encerraban a un perro de raza enorme y comenzaban a
jugar con él. A los animales en general les encanta jugar, como a los niños.
Pero en éste caso era claramente un animal.
Conforme iba avanzando el juego, se podía observar que
crecía la agresividad. Comenzaron por pinchar y marear al animal, jaleados por
los espectadores, también comenzó a sonar la música.
Lo citaban y lo esquivaban hasta cansarlo. Ahí ya el
maltrato se percibía. Comencé a sentirme molesto, muy molesto.
La gente aplaudía con fuerza.
Habían pasado poco más de 15 ó 20 minutos que me
parecieron eternos, y fue cuando el protagonista de todos los que habían
participado sacó un enorme pincho y traspasó de lado a lado el animal que cayó
sangrando por los cuatro costados mientras el autor recibía una sarta de elogios.
Me volví angustiado a mi acompañante, quien me había
invitado con tanto protocolo y entusiasmo, para manifestarle mi malestar; pero
éste me contestó que estuviera tranquilo, que no era un perro sino un toro. Y que
se trataba de una tradición. Nada menos que la Fiesta Nacional del país.
Aún quedaban 5 espectáculos más similares, pero me
disculpé y me marché.
De la justificación que me dio mi anfitrión me he quedado
con una palabra: tradición. Tengo que averiguar hasta dónde se puede llegar
cuando es una "tradición".
Lástima, porque me pareció un gran país.
No hay comentarios:
Publicar un comentario