Aunque no es el objetivo, cuando nos trasladamos fuera de
nuestro país hay una cosa que no podemos evitar, y es fijarnos en las entidades
financieras.
Buscamos cajeros para sacar dinero, miramos la nota
cuando nos pasan la tarjeta al pagar cualquier servicio o compra. Es habitual y
llamativo ver y recordar el nombre de una u otra entidad.
En Europa, en la mayoría de los países, nos podemos
encontrar con pequeñas entidades, bancos o cajas, que apenas tienen una decena
de oficinas y cubren una región, una comarca, incluso a veces una sola ciudad.
Y en el conjunto del país con decenas de nombres diferentes de todas ellas.
Y todas tienen locales, empleados, cajeros, hacen
publicidad y deben de pagar la luz porque la tienen encendida. O sea que funcionan.
Vuelves tu, al mío, al nuestro, al de origen, y, en los
últimos tres o cuatro años, ves que quedan las mismas más o menos que reyes en
la baraja [Cuando el último rey de Egipto tuvo que dejar el trono dijo que en
pocos años, en Europa quedarían sólo los cuatro reyes de la baraja y la reina
de Inglaterra. Se equivocó, de momento].
Ese, el de dejar el negocio en manos de cuatro o cinco,
ha sido un gran trabajo que nunca le agradecerán (los 3 ó 4) bastante a los
gobernantes de los últimos años.
Hemos pasado de más de un centenar de entidades a
poderlas contar con los dedos, y aún no están conformes. Veremos más.
Se ha beneficiado a un grupo limitado de personas a
cambio de que a los autores y coautores se
les permitiera dilapidar los más de 100.000 millones de patrimonio de las cajas
y casi otro tanto en operaciones tiradas a fallidos de unos y de otros.
Mientras el supervisor de la marcha del sistema
financiero más sólido del mundo ejercía su labor solicitando estados de cuenta
mediante "power-point" enviados por internet.
Si era de otro modo, dice muy poco en favor de su
profesionalidad.
Espero que quienes han participado de este gran trabajo
reciban sus compensaciones directa o indirectamente.
De golpe o gota a gota, tengo la impresión de que pronto lo
veremos. Claro, siempre que miremos en la dirección adecuada, no donde nos
dicen que miremos.
Al tiempo.
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