Llueve,
unas diminutas gotas de agua revolotean
sin saber
ni querer pararse sobre nada,
tampoco sobre nadie.
Sigo con la mirada el viaje caprichoso de una
y me burla,
hora cambia hacia la derecha, hora hacia la izquierda,
cada vez con más brillo.
Se ríe de mí, titubea,
se abandona.
Juega con el suave viento
que la abruza ante mis ojos,
esquivándonos a uno y a otro.
Me absorto mirando el charol
en que se han convertido los
adoquines.
Algo me humedece ténuemente la mejilla,
será ella? que ha querido
premiarme
con lo mejor de si misma.
Llueven diminutas gotas,
llueve.
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