Ayer,
por enésima vez, una persona afectada por el síndrome de la sociedad actual
(¿quién no lo está?), que se soporta en los tres pilares: miedo, pereza y
mentira, a mitad de una conversación, aprovechó una coyuntura para decirme:
“claro, como tú recibes cada mes tu paguita segura”. Tuve que responderle con
contundencia, lo contrario hubiera sido injusto. Le dije: “si después de
cincuenta años y siete meses cotizando, los últimos veinte años por tres veces
más de lo que me pagan, pretendes que me sienta culpable, creo que debes de
revisar tu moral, tus principios éticos y alguna cosa más que no quiero mentar.
Sí,
esa es la realidad a la que nos enfrentamos en la sociedad actual. Los medios
de comunicación que dirigen el modo de pensar y la formación de criterio de la
población (en general estúpida, pero no quiero ofender), están amparando los
comportamientos corruptos de los gobiernos, mercenarios del salvaje poder
económico e inducen a la población a que cualquier derecho adquirido parezca
que es un privilegio.
Yo,
como muchas personas, y así se lo dije, si dejáramos de percibir lo que nos
corresponde, cantidades a las que tienen la desfachatez de encima descontar una
parte importante como IRPF (porque les da vergüenza llamarlo “Impuesto del
trabajo personal”), continuaríamos viviendo igual de bien, porque además de
trabajar durante cincuenta años también hemos establecido nuestro “cortafuegos”
personal. Incluso algunos, entre ellos yo, estaríamos dispuestos a continuar
trabajando, porque creemos que tenemos mucho que aportar a la sociedad. Pero
quizá no seríamos un buen ejemplo, mejor dejarnos en manos de la S.S. (quiero
decir seguridad social, no la guardia pretoriana del nazismo, aunque a veces no
haya mucha diferencia en los resultados finales).
Así
es que vayamos reflexionando y preparándonos a afrontar la posición que de
forma demasiado generalizada tiene de nosotros la opinión pública, porque quizá
haya que ir pensando tomar las armas.
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