Agosto nos llama todos los años a ponernos en caravana por el carril de la izquierda, haciendo luces al coche de delante, para llegar cuanto antes donde nunca pasa nada ¿o sí?
Sí, sí pasa. Pasa que hacemos cola en la pizzería, en los pollos asados, en la panadería, en las hamacas de la playa y, por la tarde, en los helados y el café, esto último a 2 Euros (que son nada más y nada menos que 333 pesetas).
Pues bien, éste año, harto de los vecinos de siempre, de las barbacoas de siempre, de los gritos de siempre y del perro del apartamento de arriba, he alquilado un unifamiliar junto a un centro de ocio [unifamiliar: casa de 120 m2 en tres plantas, de los que 60 m2 son de escaleras].
Hasta ahora pasaba el susodicho mes en un “golf resort con SPA”, pero como el lugar había sido durante años un vertedero de basuras, la hierba del “green” crecía muy bien, pero le iban a la par las moscas, mosquitos, avispas y otros dípteros, ortópteros e himenópteros; y es que, eso de estar en plena naturaleza todo el día espantando insectos, cansa un montón.
Así es que este año, en el centro de ocio, ha sido muy diferente. Nada de insectos. El tal centro es un enorme solar polvoriento en un cruce de carreteras muy transitadas por todo tipo de vehículos y a todas horas (especialmente motos de escape libre, coches con “bacalao” a 200 decibelios y camiones); y en él han ido asentándose correlativamente sin fallar ni un solo día: un circo ruso, esos coches americanos con ruedas de tractor, los quark voladores y algún otro espectáculo espectacular de no recuerdo qué parte del mundo (quizá chino, que hay muchos).
Todos muy amables, pues nos invitaron al estreno. Pero no hizo falta ir, pues desde la cocina, con todo cerrado a cal y canto, se “sentía” el espectáculo a flor de piel hasta bien entrada la madrugada; todo gracias a las nuevas normativas del ruido y a su estricta aplicación por las diferentes administraciones.
Un año más, vuelvo encantado al trabajo. Ni síndrome postvacacional ni nada de nada. ¡Pues no he echado de menos yo el estrés ni nada!
Pero para el año que viene me han aconsejado otro “resort” en una zona que hay muchos “golf resort”, y donde creo que los lagartos pasean con cantimplora. Pero los reptiles son muy muy silenciosos.
¡Viva agosto y la parálisis del país!
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