Nadie hoy, ocho años después, pone en duda el acierto de la moneda única europea; pero de ninguna manera quiere eso decir, que el acierto de su creación e implantación, haya sido todo aciertos.
Hubo errores, y muchos, pero desde un punto de vista puramente técnico, globalmente para todos los países y desde mi punto de vista, voy a destacar dos.
Uno, que la moneda base, el Euro, se acuñara en moneda de metal y no en papel moneda.
Se hizo sin duda por razones de costes; pero aunque parezca que se trata de un matiz nimio, no es en absoluto así.
El valor del papel moneda, del billete (en EE.UU. llaman al dólar “el billete verde”) es superior al de la moneda, aunque ésta sea anterior en el tiempo y más valorada cuando se acuñaba en metales nobles (oro o plata).
No voy a recurrir a sofisticados razonamientos psicológicos. No es lo mismo dar unos billetes que dar unas monedas. Tener billetes que tener monedas; por poner dos ejemplos fácilmente entendibles.
No nos quepa ninguna duda de que esta decisión contribuyó de forma importante a una parte de la “inflación oculta” que se produjo en todos los países con la implantación de la moneda única.
Y dos, el billete de 500 € ¿para quién y para qué?... ¿Cómo se les ocurre semejante barbaridad en la era de las transacciones electrónicas?
¿Acaso el objetivo era sustituir al dólar en los “maletines” (droga, tráficos ilegales, etc.)? Pues en ese caso el objetivo se ha cumplido con creces. Y también han conseguido facilitar el fraude fiscal de forma relevante.
Y, no contentos con eso, el BCE y los bancos nacionales le dan a la máquina de los billetes de 500 € sin control. ¿Es posible explicarlo?
Y ya he dicho que me limitaría a los más relevantes desde el punto de vista general y técnico, sin entrar en armonización fiscal y otros temas que pueden poner a la larga en peligro alguna economía cuya estructura y peso en la Unión, no merezcan ser tenidas en cuenta a la hora de las grandes decisiones.
Y, si no, ¡al tiempo!
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