sábado, 17 de enero de 2009

LA PERSONA QUE QUIERA SER ÚTIL EN EL MUNDO ACTUAL

Debe:
1) Saber leer (suena insultante, pero es cierto) y extraer las ideas principales de un texto. Someter a juicio crítico lo que en ello se afirma y ser capaz de contrastarlo con otras fuentes y llegar a conclusiones personales.

2) Saber escribir; y no quiere decir sin faltas de ortografía, ni de poner letras juntas, que se da por descontado, sino de comunicar con claridad, con eficacia, con una extensión equilibrada, con rigor en el uso de información externa y con la mente puesta en el lector.

3) Saber hablar. Hablar a una persona y a un grupo sea lo numeroso que sea. Ser capaz de presentar las ideas propias e indagar las ajenas. Conducir y ganar un debate. Respetar los tiempos y usar apoyos efectivos. Este es con diferencia el primer factor de éxito en una carrera profesional.

4) Tener disciplina. Realizar esfuerzos continuados en el tiempo. Hacer un plan y cumplirlo. Comprometerse y respetar los compromisos. Ser leal con sus compañeros y compañeras y consigo mismo.

5) Tener una visión global (de globo terráqueo). Debe expresarse en inglés con soltura y tener ciertas habilidades en, al menos, otro idioma. Debe de conocer otros países como algo más que un turista. Y todo ello implica tener unos conocimientos básicos de las situaciones sociales, económicas, culturales y políticas de al menos los países más relevantes.

6) Ser creativa. En el trabajo y en la vida. Explorar el arte en alguna de sus manifestaciones, y no sólo como espectador o espectadora, sino como autor. No es asumible adoptar el papel de crítico pasivo. Hay que implicarse.

7) Conocer las herramientas propias de su disciplina; bien sea el método científico o las grandes tradiciones culturales de las Humanidades.

8) Estar al día de las nuevas tecnologías. Configurar cuentas de correo, trabajar con hojas de cálculo, construir una base de datos o editar un texto, una imagen o un vídeo.

9) Tener un nivel de cultura general aceptable. No es de recibo que un estudiante de historia, a la hora de calcular una regla de tres diga que es de letras o al contrario un matemático ante una pregunta básica de historia.

10) Tener el valor de romper con los “decálogos”, con las tradiciones estúpidas, con los criterios de rebaño, con el “qué dirán” y con el “me da lo mismo”.

11) Tener una visión ética. En todas las épocas ha habido problemas y dilemas, perspectivas y limitaciones que han dado la medida del ser humano de cada tiempo y de cada lugar. Y eso no es diferente en el momento actual, donde ya no hay problemas locales ni soluciones únicas. Es preciso tener visión de “espacio universal, vivir el momento actual y ser útil al mismo”.

12) Tener ILUSIÓN.

[Tomado parcialmente de J. R. Alonso, Rector de la Universidad de Salamanca – Enero de 2009]

La tercera imaginaria

Cuando se hacía la mili, ahora no sé como va la cosa, todas las noches, cuatro soldados hacían la guardia denominada imaginaria. Se trataba de estar dos horas despierto vigilando que no pasara nada en el cuartel o la nave donde dormian los soldados. La más molesta de las cuatro guardias era la 3ª, pues te volvías a acostar cuando apenas faltaba un par de horas para que tocaran diana.
Mi primera noche en el cuartel, formados para ir a dormir, el sargento leyó los soldados que tenían que hacer esa noche las guardias. Leyó la primera, la segunda y la cuarta. Entonces, un recluta dijo: "mi sargento, ¿y la tercera?", a lo que le contestó: "la tercera la haces tú".
Y ahora a lo que voy:
Desde la época de Reagan y la Thacher, el mundo occidental se ha orientado de forma despiadada hacia una economía ultraliberal, con pocas excepciones. El Estado no servía para nada; bueno, sí, para estorbar. Y los controles quedaron durante mucho tiempo relajados, si no relegados, que no sé qué es peor.
Ahora se nos han venido encima estos lodos producto de aquellos polvos, con origenes varios, pero principalmente basados en el mundo financiero.
Y vienen los reclutas de turno (los dirigentes de los países afectados): EE.UU., G.Bretaña, Alemania, Francia, incluso España, y preguntan por "la tercera imaginaria".
No hace falta ser muy listo para darse cuenta que la tercera imaginaria la va a hacer el Estado; quiero decir, "todos nosotros", que no tenemos nada más que préstamos que hemos de pagar hasta el último céntimo y algunos ahorrillos que hemos o vamos a perder, si no todos, sí en parte.
En resumen, que la culpa de la crisis financiera y lo que esta arrastra, resulta que la tienen los pueblos americano, alemán, inglés, español, etc. con sus presidentes a la cabeza.
Y mienstras, los damnificados de la situación: bancos, compañías de seguros, etc. se permiten tomar con una mano las ayudas y con la otra repartir dividendos a sus accionistas (vamos, a sus propietarios) como si nada.
Pero ¡coño! no quedamos que el Estado estorbaba...
Una vez más se privatizan las ganancias y se socializan las pérdidas.
Y de las promesas de la llamada "cumbre de Washinton", nada de nada.
Ahí siguen los paraísos fiscales, con su parte de culpa y de encubrimiento de la corrupción, y los dirigentes de las entidades que han estafado a todo el que se las ha puesto a tiro, y los que relajaron o hicieron dejación de sus obligaciones en los controles oficiales; incluso los políticos que los apoyaron.
No sé si pensar que hay anestesia general o estupidez general. Pues creo que lo primero se pasa pero lo segundo sólo puede aumentar hasta el infinito.
Tranquilos... Barak Husein Obama nos va a salvar.

viernes, 9 de enero de 2009

El Consumo. Fin de un modelo

Estamos asistiendo al fin de un modelo en el que influyen varios factores, aunque quizá lo más relevante sea que:
Los avances tecnológicos han canalizado sus beneficios hacia la mejora del precio del producto final y el beneficio empresarial.
El trabajo ha mantenido, si no aumentado su dedicación horaria al proceso productivo; mientras que la regulación de su remuneración se ha materializado en función de la necesaria capacidad de compra para el mantenimiento del consumo, mal llamado mercado.
Esto ha tenido como consecuencia dos resultados negativos:
a) el exceso de consumo más allá de las necesidades reales.
b) la sobreexplotación de los recursos del planeta por encima de lo sostenible a medio plazo.
Por estas razones, la citada conducta sólo ha sido posible mantenerla poco más de medio siglo, y limitada a una pequeña parte de la población del planeta.
Por lo que estamos a las puertas de un cambio profundo, que quizá se ha precipitado por la avaricia de algunos agentes dominantes del sistema y por la confianza ignorante en la pervivencia del mismo. Básicamente estos han sido los factores, pero podrían haber sido otros, ya que el sistema se soportaba (y se soporta todavía) en demasiadas mentiras:
- la mentira financiera (bolsa, fondos de inversión, paridades monetarias, etc.)
- la mentira del crecimiento continuo, teoría cuanto menos estúpida en un planeta limitado.
- la mentira del fomento de la insolidaridad humana, amparada en el “corralito occidental” que apenas contiene a 1/5 de la población mundial.
- la mentira de la inagotabilidad de los combustibles fósiles.
- la mentira de asociar consumo y bienestar. A más consumo, más bienestar, ignorando los demás factores.
Y otras más...

Pero los muros físicos y las barreras geográficas ya no se van a poder sostener por mucho tiempo, por lo que las falsas democracias occidentales, sostén del sistema y ejemplo de desarrollo y libertad, que ya no necesitaban ejércitos de represión interna, ni ningún otro control social para dominar al pueblo, habrán de modificar muchas cosas.
Todo es mundo quiere participar del “estado de bienestar”, aunque ignoran una parte del mismo. Ignoran que no educamos a nuestros hijos, ignoran que no tenemos amigos (he dicho amigos, no otra cosa), ignoran que no tenemos vida privada. Lo ignoran casi todo. Sí saben que jugando al fútbol se ganan varios millones de euros al año, y también en la lotería, y algo en los concursos de la tele, pero poco más.
A ese final van a contribuir sin duda otras causas como la rotura del saco financiero, por mor de la avaricia desmedida de algunos, el final de la era de los combustibles fósiles (no hay para todos y las alternativas están presumiblemente “secuestradas") y la ya mentada insostenibilidad del “corralito de bienestar occidental”.
De modo que no habrá más remedio que repartirnos lo que hay: trabajo, energía, bienestar y todo lo demás. Aunque costará tiempo, sangre, sudor y lágrimas.
Es todo un reto.