miércoles, 24 de octubre de 2012

PEDANTERÍA (pero mola)


Leía a Katherine Mansfield, concretamente  “En un balneario alemán (1911)”; en un párrafo dice: Compartir un paraguas, reconozcámoslo, no deja de ser una gran intimidad, como quitarle a un hombre pelusas del abrigo.

Yo estaba ebrio (Propiedad, de Palacios-Remondo 2008), situación que me habían facilitado las rapsodias húngaras de Liszt salidas de las teclas del piano de Szidon, y no tuve pudor en corregirle la frase a Katherine; bueno, sólo la segunda parte. Taché con el lápiz y, entrelíneas, escribí: como quitarle a una mujer un pelo pegado en el escote. Lo leí de nuevo y me sentí aún mejor.

No, no tengo la intención de ser un traductor traidor, sólo de añadir placer al placer. Seguro que eso no tiene reproche alguno.

¡Feliz día!