jueves, 24 de diciembre de 2009

FELIZ SOLSTICIO Y AÑO 2010 (según un método de contar)

Y a partir de ahora, más solidaridad, más meditación, más rebeldía, más vivir (en otra entrada está mi definición), más amor (con y sin sexo), más amistad, más compartir y menos medirlo todo por el estúpido crecimiento y el puto dinero (esto último con permiso del hermano Groucho).
¡SALUD!

SANIDAD Y NEGOCIO

Ahora que parece que los EE.UU. se van a dotar de un sistema sanitario para todos, vuelvo la cabeza a Europa, y en concreto a nuestro país, que tiene, al parecer, un sistema sanitario consolidado, y me encuentro con que está en situación de extrema debilidad, y, lo que es aún peor, privatizándose a la carrera.
Y como quiera que "privatización" es sinónimo de "negocio", no nos debe de caber ninguna duda de que cuando la medicina; o sea, la salud y la enfermedad, se convierten en negocio, nada nos puede extrañar que ocurra lo mismo que en cualquier otro campo comercial:
- identificación de "clientes" (no enfermos)
- mantenimiento de "clientes" (no enfermos)
- procesos de elaboración de necesidades de consumo (enfermedades "sencillitas" pero que duren)
- y un largo etcétera.
Todo ello en aras de la supervivencia y crecimiento de las empresas implicadas, que están ahí para ganar dinero.

Por otra parte, al margen de otras razones inconfesables, lo que hace que se privatice la sanidad, o cualquier otro servicio público, es la incompetencia de la gestión pública de la misma. Dicho de otro modo: que los que la gestionan son unos incompetentes; y encima presumen de ello. Lo que no impide que se hagan fotos cuando algún médico nacional protagoniza un avance en trasplantes o en cualquier otro campo, aunque se trate de un asunto puramente privado. Que una foto es una foto, aunque sea en la portada del Play Boy.

No me atrevo a pedir que le plantemos cara, porque o estamos anestesiados o nos han echado algo en el agua, así es que no me queda nada más que desear ¡SALUD!, que la vamos a necesitar.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Mirando la vida

Hay paisajes en los que las huellas del hombre se integran en el entorno sin desentonar. Las hiedras cubren sus muros, la humedad le da color a los ladrillos y cuando nieva, sus tejados se cubren de terciopelo blanco con la misma naturalidad que las copas de los árboles.

Lo siento... así

Lo romántico y lo absurdo van a menudo unidos.

La fe y la razón

La fe hace retroceder la razón.

Pasado, presente y ...

El fanatismo destruye lo que no entiende.

La Manchuela

Me cuenta una amiga, que hace poco más de 20 años visitó por primera vez La Manchuela, invitada por quien después fue su marido durante unos años, para que conociera a su familia (a la de él, que ella a la suya ya la conocía, por lo menos de vista), y que en aquel fin de semana, vivió algunas sorpresas de las cuales selecciono dos.
1.- Le enseñaba su futura tía la casa y, al pasar por el cuarto de baño, una estancia enorme con todos los servicios: lavabo, water, bidé, bañera, en un estado de limpieza sin par, mi amiga no pudo evitar lanzar una exclamación de sorpresa.
A lo que la tía contestó: "y gracias a Dios aún no lo hemos tenido que utilizar". Lo que sorprendió en silencio a mi amiga.
Luego se enteró de que aún continuaban con el retrete tradicional y que para lavarse utilizaban zafas o jofainas, según para que. De modo que ducharse o bañarse sólo lo hacían cuando tenían que ir al médico.
2.- El sábado por la tarde, una de sus primas o cuñadas, eso no lo recuerdo ahora, recién llegada de trabajar en un almacén de fruta, le dijo a su madre: "voy a lavarme que quiero salir esta noche al baile". A lo que su madre le contestó alzando la voz: "siempre lavándote lavándote, que llegará un día que te lavarás hasta ESO".

Y fue entonces cuando entendí yo (es que soy muy cortito) el refrán ese que dice: "Desde que se inventó la máquina de cortar jamón y el bidé, ni el jamón sabe a jamón ... "

vivir es...

Sentir que aún no se han vivido momentos apasionantes que nos pertenecen, e ir a buscarlos.

El céntimo

Iba yo con “una persona” hacia el pirineo aragonés, en su coche, por una ruta que no es la que yo elijo, pues atraviesa Cataluña y es a mi entender más larga y la carretera está más transitada, pero como no conducía yo…

Durante el viaje hablamos de todo aunque sin profundidad: de la montaña, del tiempo, de la familia, de política y de religión.

Sus principios y sus creencias no tienen nada que ver con las mías, no obstante jamás hemos tenido ningún problema, pues nos tratamos con respeto y no pretendemos cambiar nada del otro.

Recuerdo que me decía que su vida era más fácil que la mía, desde el punto de vista de la conducta moral, por decirlo de una forma global. Porque a él le basta con seguir sus “mandamientos”, y si se desvía va, se confiesa y le perdonan el error. Mientras que yo he de plantearme cada vez la ética, la moral, mi conciencia, el componente humano, etc., y a continuación tomar una decisión. Y si yerro, pues analizo y me planteo qué hacer para repararlo y, por supuesto, qué hacer si surge una próxima vez.

Y creo que tiene razón en eso, a pesar de lo cual yo continúo con mi propia ideología, particular, única e irrepetible.

Pero cual fue mi sorpresa cuando observé con el rabillo del ojo que el indicador del combustible estaba en la reserva, a pesar de lo cual había dejado pasar dos estaciones sin repostar. De modo que se lo dije, a lo que me contestó que no iba a repostar hasta que dejáramos Cataluña, que a los catalanes no les dejaba el céntimo para la sanidad.

Enseguida recordé que su madre y su hermano han sido atendidos repetidas veces en una clínica del servicio sanitario de la Generalitat, en Barcelona, e incluso que ambos están trasplantados de riñón en esa ciudad.

Pero no le dije nada, claro, por si ese detalle no estaba en sus mandamientos y le creaba un problema que quizá no iba a saber resolver.