domingo, 1 de noviembre de 2015

AMIGOS SÍ, PERO...

Bebía sin cesar y repetía cada plato pasando una miga de pan por él al acabarlo. Cuando la salsa untaba sus dedos los chupaba con fruición hasta dejarlos sin duda libres de bacterias, con los ojos siempre fijos en lo que se llevaba a la boca, hasta bizquear.
Los suyos, claro, porque los de Moddy, una perra alsaciana que reposaba echada a poco más de un metro de él, sin perder detalle de sus movimientos, habían pasado de estar ligeramente achinados y somnolientos, a abrirse como platos primero, y poco después a hacerse acompañar de un arqueado de cejas como solo los perros alsacianos saben hacer.
En vistas de que, al parecer, la capacidad de engullir de aquel homo sapiens era ilimitada y de que en la mesa apenas quedaba nada comestible; Moddy, que se había erguido visiblemente inquieta para analizar la situación con todos sus sentidos desde una perspectiva mejor, emitió un par de hipidos y puso prudente distancia con el sujeto.
Así permaneció unos minutos, hasta que sintió los ojos de él repasando su anatomía con cierta "curiosidad", mientras mantenía en ambas manos un cuchillo de trinchar y un tenedor.  Fue en ese momento cuando Moddy inició un trote decidido para alejarse del supuesto peligro, a la vez que intentaba aliviar su miedo en forma de agudos gruñidos.
No la volví a ver hasta mucho después, una vez tuvo la seguridad de que había desaparecido el peligro.
Yo también me marché de inmediato, casi sin despedirme, tenía un compromiso que atender; aunque una vez fuera olvidé cual era. ¿Será que comparto instintos que desconozco? .

¡Qué mala es el hambre!

No hay comentarios: