martes, 14 de octubre de 2008

LA ETERNIDAD EN UN SEGUNDO (14/10/2009)

Estaba cansado e inquieto. Era el final de otro día plano, sin nada relevante que aportar a su vida.
Ya había dado varias vueltas en la cama sin conseguir dormirse, cuando al filo de la madrugada sintió dos pícaros ojos clavados en su espalda. Se dio la vuelta y una sonrisa de media luna, a modo de sugerente puerta de entrada a otra vida, lo iluminó.
Cuatro manos y dos cuerpos se enredaron, deteniéndose una y otra vez allá donde con más fuerza se estremecían. Unos pechos firmes y llenos, una boca fuente de deseos, un gesto desafiante y una pasión materializada en cada movimiento.
Bebió de aquel néctar hasta embriagarse, olvidó quién era y nunca supo cuánto duró el éxtasis. Nada de eso importaba, importa ni importará.
Quién sabe cuando, consciente de nuevo, se arrastró de la cama. La cocina olía a café como cada mañana. El tintineo de la cuchara en la taza le atronó en los oídos y lo condujo hasta la ducha.
La ducha de siempre, el café de siempre, la vida de siempre.
La eternidad se esfumó en un segundo, un segundo casi eterno en el recuerdo.
La vida de toda la vida... y los sueños, sueños son.

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