martes, 10 de febrero de 2015

IVAM - Instituto Valenciano de Arte Moderno (cambio de rumbo)

Sentado en la penúltima fila. Una breve y ambigua presentación, agradecimiento y la luz se apaga.
Durante unos minutos, una excavadora hace un hoyo cuadrado con pulcritud; a continuación, en el hoyo se coloca una gran maqueta y el hoyo se tapa bien tapadito. Aparece en pantalla el nombre del autor. Cambia la pantalla.
Ante un muro, un espacio vacío y personas que pasan, quizá mirando el muro o simplemente pasan. Ninguna de cara, todas de lado o de espaldas. De nuevo el nombre del autor.
Imágenes superpuestas parcialmente veladas en las que se ven (en ocasiones adivinan) edificios, una red o jaula y los perfiles de grandes felinos. Aquí hay música. De nuevo el autor y se acabó.
Nubes grises, muchas nubes difusas pasan lentamente ante la pantalla durante minutos; al final una chimenea industrial, lo que hace dudar de si eran nubes o simplemente humo. Acaba con el nombre de su valeroso autor.
Van pasando imágenes de paisajes diferentes, urbanos, de montañas y de naturaleza en general. Las imágenes son veladas, grisáceas y poco nítidas, pero con cierta gracia se encuentran animadas al aparecer coloreados  de colores vivos y no puros algunos de los objetos que se muestran. Unas imágenes que, hay que decirlo, animan. A pesar delo animado de esta proyección, no se contienen las huidas en la oscuridad que ya son masivas. La mayoría de los que quedamos, manipulan sus aparatos electrónicos cuyas pantallas iluminadas forman un curioso tablero fácilmente disfrutable desde mi posición. Cuando acaba ésta proyección, el autor da su nombre en blanco sobre negro.
El siguiente se llama “videodiccionario”. Se reduce a media docena de palabras muy actuales, aunque sólo sea por el deseo de oírlas, como por ejemplo: igualdad o dimisión. Bueno, algo de crítica entendible contiene y al final se repite lo ya dicho para los demás.
Se aproxima el final y la proyección se centra en la desigualdad con que la sociedad trata los sexos; femenino y masculino, quiero decir. Lo más original de esta parte es que las frases que dicen cada una de las mujeres que participan, a menudo las leen como pueden o saben.
Y llega el final, que nos ofrece una rápida visión de los manicomios en el siglo pasado; más concretamente los de Valencia, dependientes de la Diputación. Incluye algunas frases de uno de los internos que, según él, no estaba loco, sino que simplemente había tenido un altercado de joven con otra persona. Los horrores si breves más horrores. A mí me ha parecido eterno. Al final se dan las gracias a la Diputación de Valencia por las imágenes.
Agotados los 75 minutos del programa, se enciende la luz y, los que quedamos salimos con orden. En la calle chispea ligeramente. Tomo el autobús y me voy empapado del arte visual que nos han regalado los diferentes artistas.

ENE-2015

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