martes, 16 de junio de 2009

El tabaco

Las luchas contra los "lobbies" nacionales es complicada y tiende al infinito; así es que no digamos cuando se trata de multinacionales.
Se mezclan la hipocresía, la doble moral, los intereses cruzados, el derecho a la libertad y no sé cuantas cosas más.
Yo siempre he mantenido que con que prevaleciera el respeto a la tolerancia sería suficiente, pero ese es un tema para tratar en otro momento.
Ahora quiero dar mi opinión sobre el tabaco, ahora y aquí.
La llamada Ley del Tabaco en este país (no he adjetivado porque me gusta tener amigos y hay quien se lo toma como algo personal) no tiene calificación; pero, a pesar de ella, la responsabilidad de la situación que vivimos es de los no fumadores, siempre.
Si intentas comer, cenar o ir a una cafetería y no quieres tener que soportar el olor a "cirre" (así lo denominaba mi abuelo), o vas con niños o te gusta saborrear la comida y el buen vino y respirar más o menos bien, la búsqueda resulta complicada. La Ley no se cumple ni en los hospitales (donde se abren algunas puertas y el olor te tira de espaldas), pues mira si se va a cumplir en los "locales de ocio".
Pero repito: "no hace falta ni una Ley ni nada parecido", la responsabilidad de la situación es de los no fumadores.
Y diré por qué. Porque si los no fumadores o quienes prefieren repirar un aire más o menos límpio durante la comida o van con niños, etc. no entraran en los lugares que está permitido fumar, a penas habría lugares exclusivos para los fumadores.
Que, por otra parte, es algo propio de la tolerancia hispano-mediterránea, pues en ni un sólo país de nuestro entorno se vive semejante despropósito; eso sí, en todos lo han impuesto por Ley (y en algunos de ellos también por educación).
¿Será que nosotros no tenems ni lo uno ni lo otro?
Demostremos que sí, que aquí prevalece el respeto a la tolerancia y que sabemos utilizar el poder del consumidor, poder del que ya hablaremos otro día.
¿Te atreves?.

1 comentario:

anitinmaria dijo...

Completamente de acuerdo. De cualquier forma, los no fumadores, somos casi como los acusados de un juicio. Tenemos que demostrar nuestra inocencia, y esperar la benevolencia de los fumadores, que van de perdonavidas.