lunes, 22 de junio de 2009

Un atajo (¿de qué...?)

Cuando el diagnóstico no es adecuado, la medicina no sirve; pero si el error es conocido de antemano y, aún así, se prescribe el fármaco, la estupidez del prescriptor está más que demostrada. Pues no quiero presuponer mala intención, que supondría fraude, deslealtad con sus juramentos y falta de ética.
Dicho esto, voy a poner un ejemplo para intentar hacerlo más ameno, aunque ya sé que las anécdotas, y un ejemplo no va más allá de eso, de una anécdota, no se pueden elevar a la categoría de dato estadístico, pero ilustran y ayudan a entender lo que aún estando ante nuestros ojos, por diversas razones, principalmente de comunicación, no acabamos de entender.
Estaba yo ayer mirando desde una cómoda atalaya, hacia un callejón largo que acaba en un pasaje, el cual se encuentra cerrado siempre por la noche y a menudo gran parte del día.
Todos, absolutamente todos los que intentaron acortar su camino aprovechando el citado pasaje, que comunica una calle con otra; tanto los que lo hicieron a pie como los que iban en bicicleta, los hombres como las mujeres, acompañados o solos, llegaron casi a tropezarse con la gran persiana que lo cierra, nada sospechosa de no verse a lo lejos, para después, dar la vuelta y desandar lo andado.
Y aquí acaba el ejemplo.
Vivimos desde hace varios meses, ya casi años, en una situación que todos, sin excepción conocida, denominan “crisis económica”.
Desde el principio de la llamada crisis, también todos los dirigentes sin excepción, se vienen afanando en apuntalar el sistema socioeconómico, cosa que por otra parte les reclaman la totalidad de los ciudadanos (que me perdonen las escasas excepciones). Bueno, para ser más exactos, y creo decir bien, los que no han visto que “la puerta del pasaje está cerrada” y que no hay atajo.
Es totalmente cierto que vivimos una crisis, y, para ser más exactos una crisis muy profunda, pero no una “crisis económica”.
Vivimos una crisis “social y de valores” que no acertamos a ver porque nos miramos sólo las puntas de los pies, y no unos metros más adelante. Y no es algo de ahora, no. Esta crisis se viene forjando desde hace bastantes años. Cuando el ser humano dejó de ser humano para ser un “ser económico”, y dejó de ser consciente de que la tierra es un planeta limitado y no una superficie plana e infinita, y perdió la solidaridad que en mayor o menor medida tuvo en algún momento, gracias a la cual disfrutó de momentos de verdadero progreso social, humano y tecnológico, sin poner en peligro su propia vida y la de sus semejantes.
Pero ahora ha llegado a su fin porque los financieros, que bajaron los tipos de interés para fomentar el consumo, quisieron seguir obteniendo beneficios desorbitados con la intermediación bancaria, y para ello inventaron otros instrumentos, la mayoría fraudulentos, para compensar lo que no les daban los diferenciales de tipos de interés. No obstante, no les echemos la culpa a ellos, antes o después tenía que ocurrir.
Y la miopía se traslada a todos los frentes. Voy a poner otro ejemplo. Hay un debate que se libra desde hace tiempo, sobre si energía nuclear sí o energía nuclear no; ahora por cierto algo más vigente en nuestro país. Pues todos los análisis que se hacen lo son desde el punto de vista económico. No he oído ni leído a nadie que lo plantee desde un punto de vista técnico: reservas de uranio, riesgo de accidente de las centrales, propiedad de la tecnología necesaria, almacenamiento de los residuos y su riesgo, etc.
De modo que, con el análisis llevado sólo al campo de los números y de mantenimiento de puestos de trabajo, el "lobby" nuclear tiene ganado el debate, igual que en otros campos: como el del tabaco, donde lo tienen ganado las tabaqueras, en el del petróleo, donde se sospecha están secuestradas multitud de patentes de tecnología que resolvería o al menos minimizaría el problema energético, donde campan por sus respetos las multinacionales del petróleo; y en el de las drogas no aceptadas socialmente y no autorizadas de forma generalizada (o si se prefiere de forma hipócrita), cuyos cárteles manejan a su antojo el tráfico, comercialización y distribución, y condicionan la producción. Sin mentar otros muchos en los que estamos todos atrapados hasta las trancas.
De pasada he nombrado otro factor que hace tiempo que se utiliza precisamente contra quien lo ejerce (otra vez soy prudente con el verbo, me estoy haciendo mayor): los puestos de trabajo. Y es que es importante que en esto seamos (también) “solidarios”. Pues lo que haya que hacer para sobrevivir, que será mucho, nos lo vamos a tener que “repartir” entre todos. Que no sería de recibo que unos pocos hicieran todo el esfuerzo, mientras el resto “mira”.
Pero creo que ahora no es el momento de plantearnos actuar en tantos frentes a la vez, basta con que miremos un poco más allá, veamos la puerta del pasaje cerrada, y cuanto antes nos volvamos, para tomar otro camino, más largo, pero menos destructivo, más solidario y más sostenible.
Es el momento de volver a la realidad y dejar de una vez el empacho de bienestar de unos pocos, a costa de otros muchos y del planeta sobre el que estamos (de momento).
Un proverbio árabe dice "el mundo se acabará el día que yo me muera", otro indio (de América del norte) "la tierra no la heredamos de nuestros padres, la tomamos prestada de nuestros hijos" y un tercero que no sé de quien es "de ti depende que haya vida después de la muerte".
¡Atrévete a elegir uno!.

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