lunes, 2 de abril de 2012

Abril, cimas mil

El recuerdo de este fin de semana no está escrito con la intención de suscitar envidias, aunque presumo que no va a ser posible evitarlas.
El viernes de “dólares” lo respetamos, nadie prueba la carne hasta pasada la media noche. El pulpo (de Manu) y las tostas, mejor las segundas, nos ayudan un poquito a ello. El camino es largo y el cirio corto, que dice el refrán con sabiduría.

Nos vamos a dar trabajo a una antigua posada, donde descansaban y hacían trueque los pastores de la trashumancia. El dueño, un yupi desencantado, nos asegura que está en vísperas de un “tsunami centromesetario”; a continuación, el citado fantasma huye, quizá en busca de una sábana con que recibir lo que se le viene encima (o debajo, que nunca se sabe).

Poco después de acabar la cena, sólo recordaremos los postres y al multidisciplinar siervo que nos atiende, que lo mismo plancha un huevo que fríe una corbata.

Para decepción del profeta-meteorólogo y confirmación de nuestras dudas, el esperado acontecimiento se hace esperar, así es que entretenemos la noche identificando galaxias sobre un puente de aguas calmas.

Pero el “raro vino” comienza a dar sus frutos. Y alguien confunde la luz intermitente de una alarma con el reclamo de un club nocturno; otros se conforman con no jugarse nada a la siete y media (mal empezamos).

Apenas un sueño de por medio y el sábado nos inyecta algo terminado en “ina” que nos encamina ilusionados hacia la Laguna Negra y el nacimiento del Duero.
La primera parte del camino hacia estos bellos parajes es facil de seguir por el reguero de "clinex"; por suerte pronto comenzamos un estimulante aprendizaje típico de montañeros avezados: aprendemos a ponernos y quitarnos los crampones, a utilizar el culo de una forma diferente a la que conocíamos hasta ahora, a identificar el punto G-eodésico y a partir de él llegar juntos a la “cima”, y muchas cosas más que es complicado resumir.

A la vuelta, hay incluso quien imita con éxito a Tarzán-ito (por aquello de la liana y tal), por suerte sin consecuencias.

Un “mazizo”, abandona a su amada y se lanza al rescate del maltrecho individuo, salvando(me) del vacío; quien sabe si también de ser pacto de las truchas; todo ante la sorprendida mirada de nuestra "Reina Mora", que el susto había dejado petrificada, y a la que hay que agradecer su "atención" al evento.

[Yo, que tenía tan definida mi sexualidad (o al menos eso me creía), dedico desde entonces todos mis sueños y mis fantasías al valeroso salvador. Todavía no sé cómo voy a confesar esto a mi madre, va a ser un golpe para ella difícil de superar.]

Pero el grupo sale muy unido de cada dificultad, hasta nos hacemos fotos y hablamos…

La Laguna Negra no es negra, el nacimiento del Duero se limita a un “chorrito” al que allí reza que rindió homenaje un alcalde de Oporto. El pico de Urbión está decorado con una imagen religiosa del "líder" de la misma, representando su agonía (más bien de su muerte). Se empeñan siempre en ello, como si el hombre no hubiera tenido buenos momentos...  ¡Qué le vamos a hacer!

Y, por último, el (o los) picos de Urbión, nos sorprenden con su morfología geológica (esto que acabo de escribir no tengo ni puta idea de lo que quiere decir, pero no me negaréis que está guay).

La tarde noche va de catedrales, que no sólo de montañas vive el grupo. Guiados por la prudencia culta y dulce de Ana, penetramos (siempre que utilizo este verbo me cuesta acabar la “oración”) en la cultura Orogonesa,  lo que nos da gran satisfacción y placer. Repito, esto va sólo de cultura ¿vale?, aunque ya sé que no me va a creer nadie; será que tampoco yo me lo creo.

La cena del segundo día: discreta; al son de la tamborrada procesional. Luego ya toca volver a disfrutar del circuito de los Ónix en el “sorprendente” hotel del señor de los chorizos, Mirador del Moncayo. El que me toca (el ónix) es mexicano, extraído a 2500 m de altitud, decora un excelente lugar apropiado para jugar al pádel o a cualquier otra cosa más que para cagar que es a lo que está básicamente destinado; lástima que no he traído lo necesario para su mejor aprovechamiento. Me temo que no podré jugar a nada…

El cansancio acorta la noche: sueño con mi salvador y echo de menos los dados y el mentiroso. Una decepcionante seguridad para quien comparte conmigo el sueño.

Al día siguiente nos alejamos del lujo sibarítico y trasnochado poniendo los ojos en el Mon-yayo. Suave cima que cubrimos sin dificultad gracias a la protección de Francesc I de Torís.

Desde allá en lo alto, el paisaje es tan amplio que no parece tener fronteras, pero esas descripciones las dejaré para Almerich… zapatero a tus zapatos. No vayamos a cagarla ahora que vamos tan bien.

Un malentendido y media hora de nada de despiste, nos acercan  de nuevo al clímax y a la autodestrucción. Finalmente la resignación y el respeto al libre albedrío se imponen, y el grupo se dirige más cohesionado que nunca a hacer votos en un monasterio cercano, patrimonio de la humanidad cuando ésta todavía existía.

Sublime hallazgo al que nos dirige una vez más esa maravillosa aparición que ha sido Ana.

Ya en tierras bilbilitanas, nos despedimos varias veces (si es que no queremos…), y nos vamos “a contar mentiras tralará…” para no variar, e intentar hacer más atractiva la próxima salida.

Gracias a todos, también a los “Tonis”, pero sin Miky.

Hay momentos que no se olvidan. ;-)

[30-31 mar y 1 abr 2012.]

El Guerrero “sin” Antifaz

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