domingo, 3 de mayo de 2015

¡POBRE... PERRO?

Me gusta viajar. Conocer otras culturas, diferentes países, costumbres, tradiciones. Sobre todo es que no me gusta que me lo cuenten.
Por eso, entre otras cosas, viajo, aunque a veces no resulte especialmente agradable lo que veo o cómo vivo.
Cuando vuelvo me siento más objetivo, dentro de la lógica subjetividad, también más abierto y más seguro de mi criterio, de mis pensamientos, de mis opiniones.
No hace mucho que visité un país muy interesante del que el nombre es lo que menos importa.
De todo lo que vi y viví, recordaré siempre con alegría muchas cosas; pero ahora quiero referirme a una que de forma particular me impactó de forma diferente.
Me invitaron a un espectáculo en el que varios hombres ataviados de forma original encerraban a un perro de raza enorme y comenzaban a jugar con él. A los animales en general les encanta jugar, como a los niños. Pero en éste caso era claramente un animal.
Conforme iba avanzando el juego, se podía observar que crecía la agresividad. Comenzaron por pinchar y marear al animal, jaleados por los espectadores, también comenzó a sonar la música.
Lo citaban y lo esquivaban hasta cansarlo. Ahí ya el maltrato se percibía. Comencé a sentirme molesto, muy molesto.
La gente aplaudía con fuerza.
Habían pasado poco más de 15 ó 20 minutos que me parecieron eternos, y fue cuando el protagonista de todos los que habían participado sacó un enorme pincho y traspasó de lado a lado el animal que cayó sangrando por los cuatro costados mientras el autor recibía una sarta de elogios.
Me volví angustiado a mi acompañante, quien me había invitado con tanto protocolo y entusiasmo, para manifestarle mi malestar; pero éste me contestó que estuviera tranquilo, que no era un perro sino un toro. Y que se trataba de una tradición. Nada menos que la Fiesta Nacional del país.
Aún quedaban 5 espectáculos más similares, pero me disculpé y me marché.
De la justificación que me dio mi anfitrión me he quedado con una palabra: tradición. Tengo que averiguar hasta dónde se puede llegar cuando es una "tradición".

Lástima, porque me pareció un gran país.

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