miércoles, 17 de agosto de 2016

FOTO FIJA

La carretera serpentea desde la costa hasta San Miguel de Salinas, cruza lo que antaño era un bosque de pinos a uno y otro lado del río Seco. En lo alto hay un edificio rojizo, con una torre campanario en el centro, y enfrente un espacio abierto de cara a un mar que se ve y se huele; a un lado una mesa de piedra con un hueco en el que don Ramón vertía la tinta con que mojar la pluma.
Don Ramón vendió la Dehesa a razón de un céntimo el pino, y dicen que cuando se cansaron de contar llegaron a un acuerdo porque acabar de hacerlo parecía imposible.
La finca fue de unos a otros, y acabó en manos de quien al morir sin descendencia, fueron al parecer unos sobrinos de su mujer quienes la heredaron.
Ya entonces, la parte de la costa estaba condenada a la especulación: torres, chalés, cafeterías y atascos de coches aquí y allá. Pero fue a partir de ese mágico desarrollo que nos invadió años atrás cuando la propiedad explotó tanto en la costa como en el interior: campos de golf, resorts, etc. etc.
Pero todo ello sin abandonar esa falsa agricultura que ayuda a conseguir agua del trasvase Tajo-Segura (riqueza y fraude) y de las criticadas, para cuando conviene, desaladoras.
Se ha construido hasta en el lecho del río, aprovechando que como es SECO, para qué mantenerlo virgen. Y ciertamente se llama seco porque sólo lleva agua una vez cada 40 ó 50 años. Sólo que cuando trae agua no es con un caudal cualquiera. De modo que quizá algún día, esos adosados modelo "pitufo" pueden acabar en Tabarca o Formentera. Mejor que no pase, pero si pasa...
Pero mi "foto fija" no es por toda esa barbarie, en muchos casos escrita en letras doradas y con el rumboso nombre de "Real" (Real Club de Golf, o cosas parecidas). Como supongo que lo de real precisa de una autorización, quién la habrá dado y a santo de qué.
Sigo: mi foto fija es porque cada vez que cruzo por esa serpenteante carretera, cuyos arcenes secos están correspondientemente llenos de basura (botes, botellas, plásticos, etc.), también hay a menudo mujeres sentadas o de pie, exhibiéndose a la espera de clientes. Así durante años, con gobiernos municipales, autonómicos y de la nación de distinto signo político, al menos aparentemente. Sí, esos a los que se les llena la boca de "derechos humanos" y cosas parecidas. Qué sabrán ellos...
La última vez que pasé, la imagen se quedó grabada en mi retina y no puedo quitármela. Acababa de sortear un pequeño utilitario rojo en el que se realizaba una transacción económico-sexual, cuando en la siguiente curva me apareció una mujer en avanzado estado de gestación, con una minifalda negra que hacía gestos de exhibición; mientras, al fondo, dos hombres apoyados en una valla miraban de reojo a la mujer vueltos hacia dos grupos de golfistas (jugadores de golf) que intentaban meter la bola en el agujero.
Si esto lo hubiera presenciado don Ramón (de Campoamor y Campisano), el propietario original de la dehesa, seguro que hubiera sido capaz de plasmar esta foto fija en una poesía; y probablemente en una poesía breve, como cuando dijo:
En el cristal de un espejo
a los cuarenta me vi
y hallándome feo y viejo
de rabia el cristal rompí.
o esta otra:
El cura del Pilar de la Horadada
como todo lo da no tiene nada.

¡Ay! don Ramón, don Ramón...

No hay comentarios: