miércoles, 3 de septiembre de 2008

El burro del tío Patiño

Dice un refrán aragonés: “para las cuestas arriba quiero mi burro, que las cuestas abajo yo me las subo”.
Y es que, el burro, hasta que a mitad del siglo pasado se generalizó el uso del motor en el transporte, fue una ayuda imprescindible para el hombre, acarreando cargas y subiendo cuestas; aunque no siempre el pollino lo hiciera de buen grado, según parece.
Cuentan en mi pueblo que, al menos el del tío Patiño, se resistía a llevar la carga de un lado para otro, y mucho menos hacerlo a buen trote.
Y cuentan también que un buen día que el animal se resistía más de lo habitual, no se le ocurrió otra cosa al mentado tío Patiño que restregarle un pimiento picante por el culo. Lo que parece que dio el efecto deseado. Más incluso, puesto que el tío Patiño, aún apretando el paso no conseguía ir a su par; de modo que, antes que perder al burro de vista, optó por hacer lo propio consigo mismo.
De modo que, bajóse los pantalones y, culo en popa, puso manos a la obra. Pero se ve que lo hizo con tal fuerza que al poco, no sólo había alcanzado al animal sino que lo superaba largamente sin poder poner freno a la carrera. Por lo que hubo de gritarle con todas sus fuerzas: “En la cuadra te espero”.

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